«LA REFORMA SERÁ PROFUNDA». Lo asegura el cardenal chileno Francisco Javier Errázuriz, que forma parte del “C8”

Francisco Javier Errázuriz
Francisco Javier Errázuriz

Él también se llama Francisco, nombre de bautismo, y forma parte del “C8”. Errázuriz Ossa, con los otros siete cardenales que recibieron el encargo del Papa de ayudarle a reformar la Curia romana y a gobernar la Iglesia universal, también estuvo en Roma a principios de octubre y llevaba consigo un “mamotreto” con resúmenes de las observaciones que recopiló el Consejo Episcopal de América Latina (CELAM), que presidió entre 2003 y 2007. Francisco Javier Errázuriz Ossa, emérito desde el 15 de diciembre de 2010 (cuando Benedicto XVI aceptó su renuncia a la arquidiócesis de Santiago por motivos de edad) cuenta cómo vivió esos días de trabajo en Roma a la edición argentina de la revista “Vida Nueva”.

Confirmó que la reforma que pretende llevar a cabo Papa Francisco será profunda y «podría concluir con una nueva Constitución Apostólica». Por lo demás, comentó Errázuriz Ossa, es lo que dijeron querer los cardenales «en las reuniones de las congregaciones generales previas a la elección de Papa Francisco», y él «ha asumido como propia» la voluntad prevalente.

El purpurado chileno, que proviene de las filas del movimiento Schönstatt, no ocultó que hay un cierto malestar hacia la Curia vaticana. Lo que se quiere, explicó es una Curia que «anime la nueva evangelización, que parezca un órgano de servicio al Santo Padre y a la diócesis, y no como una instancia de control». En cuanto a la orientación de la reforma, indicó que se pretende una mejor coordinación «entre los diferentes “ministerios” del Papa» y un «contacto más fluido del Papa con los respectivos responsables».

Las causas del actual desgaste, según Errázuriz Ossa, hay que buscarlas en el pasado. El tiempo y las energías que Juan Pablo II dedicó a los viajes disminuyó las «reuniones con sus colaboradores». Por ello la necesidad de retomarlas, por ello la necesidad de un «coordinador», que Errázuriz Ossa prefiere llamar «Secretario General de la Curia».

Una segunda dirección será la de una efectiva internacionalización de la Curia. El purpurado chileno indicó que de los 50 cardenales que colaboran con el Papa solo 3 son iberoamericanos. Cosa absolutamente «desproporcionada», que «tendrá que cambiar». «En Roma no solo hay pocos sucesores de los apóstoles provenientes de América Latina, sino también de los demás continentes no europeos».

Una tercera dirección será la de agilizar la estructura de la Curia en su conjunto. Se plantea, indicó el cardenal chileno, «si es necesaria una Curia romana tan grande» y si «hay atribuciones que podrían tener los obispos diocesanos y que han sido centralizadas en Roma».

Una mayor participación de las mujeres en las instancias de decisión es una petición precisa del Papa y constituye una de las cuestiones que cristalizarán con la reforma, así como la modificación de la Secretaría de Estado, que se llamará, probablemente, «Secretaría Papal».

El purpurado chileno, que cumplió ochenta años en septiembre, anticipó que «en la agenda de las próximas reuniones» del “C8” (a principios de diciembre y al final de febrero) serán examinados «los diferentes organismos que componen la Curia».

Vatican Insider

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